Curcio es Doctora en Ciencias Políticas y Profesora Titular del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. En su reciente libro La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela, con prólogo del destacado intelectual Luis Britto García, esta investigadora explica las causas de la compleja situación de la economía venezolana con sólidos fundamentos econométricos y estadísticos que no suelen aparecer en los medios de comunicación y que demuestran que la “mano invisible” de la que habló Adam Smith no garantiza la eficiencia de los mercados y mucho menos el bienestar social, aún más en países sometidos a una guerra económica externa con el objetivo de descalificar un modelo social alternativo.
¿Cuál es la historia de este libro?
Inició con un conjunto de interrogantes relacionadas con las diferencias de lo que se observaba en la realidad y lo que se leía en los medios de comunicación. Mientras los medios y estudiosos de la economía afirmaban que, desde el año 2013, nos encontrábamos en la peor crisis y que la economía caía estrepitosamente, notábamos que si efectivamente comenzaban a escasear algunos bienes de primera necesidad, había pleno empleo, la tasa de desocupación estaba en el 2013 en 6%, y sigue estando alrededor del 7%. No había noticias de empresas, sobre todo aquellas responsables de la producción de bienes que escaseaban comunicando que hubiesen cerrado sus puertas. Todo comenzó con una diferencia entre lo que mostraban los medios y la realidad que se vivía.
Cómo explicar entonces ese fenómeno del desabastecimiento de bienes esenciales? O por ejemplo, cómo explicar que escaseaban aquellos bienes producidos e importados por grandes transnacionales, pero los alimentos que son producidos por pequeños productores del campo nunca han faltado? Cómo explicar que los bienes que no se encontraban en los establecimientos, si estaban en los mercados ilegales. O cómo entender los aumentos repentinos y exorbitantes de los precios?
A partir de ese primer trabajo, en el que buscamos responder a todas esas interrogantes haciendo uso de cifras estadísticas y sustentándonos en teorías económicas, comenzamos a trabajar en detalle los fenómenos que han venido ocurriendo y que no tienen respuesta en dichas teorías económicas. De allí fueron escritos cuatro trabajos más relacionados con 1) el desabastecimiento que ha sido programado y selectivo a través de la alteración de los canales de distribución, 2) la inflación que está siendo inducida mediante la manipulación del tipo de cambio ilegal, 3) el embargo comercial encubierto, especialmente de bienes como los medicamentos, y 4) el bloqueo financiero internacional.
Conscientes de que se trata de un tema que debe ser conocido y apropiado por todos los venezolanos, fue escrito en términos sencillos y se remitió a los pie de página lo relacionado con los resultados estadísticos, econométricos, así como explicaciones más técnicas para quienes pudiesen estar interesados y sobre todo para sustentar matemática y estadísticamente lo allí expuesto.
Dos ejes son transversales al libro, por una parte el desmontaje de lo que ha sido la teoría clásica de los mercados y de la llamada mano invisible de Adam Smitih. En el libro se muestra que por el contrario, al no cumplirse en la realidad uno de los principales supuestos de esta teoría, es decir, el que haya muchos oferentes y demandantes, sino pocos que concentran grandes capitales, tienen el poder de incidir sobre los mercados, no solo en cuanto a los precios sino en decidir qué, cuánto producen y cuándo lo colocan en el mercado pudiendo generar su desestabilización, sobre todo si se trata de bienes asociados a la salud y a la vida. Por lo tanto, lo que existen son manos visibles, son los grandes capitales, los monopolios y opligopolios que dominan la producción y distribución de estos bienes. De allí el título.
El segundo eje es la trascendencia en tiempo y espacio de lo que actualmente, y desde que inició la revolución bolivariana, ocurre en Venezuela. Se trata de los mecanismos que históricamente ha utilizado el imperialismo para agredir a los pueblos que deciden transitar hacia un modelo de justicia social, alternativo al capitalismo. Los mecanismos que han estado utilizando estos grandes capitales no son inéditos, mucho menos improvisados. Con algunas adaptaciones fueron empleados en Chile entre el 70 y el 73 cuando el gobierno de Allende, en Nicaragua a finales de los 80, en la URSS a finales de los 80, todos de manera encubierta. Y de manera formal, en Cuba mediante el bloqueo financiero y comercial.
Pretendemos con este libro dejar registro y demostrar los mecanismos de agresión económica que, por ser velados, buscan generar confusión mostrando que la responsabilidad de lo que ocurre es del gobierno y del modelo revolucionario socialista.
El libro es una invitación al debate de ideas y a profundizar las investigaciones acerca de estas armas de guerra económica que históricamente ha utilizado el capital para boicotear los modelos alternativos.
¿Por qué Luis Britto García afirma en el prólogo a su libro que sin necesidad de invasión foránea ni de conflicto armado un ejército de especuladores va destruyendo impunemente el proyecto socialista?
Lo que hemos estado viviendo los venezolanos los últimos años se enmarca en una guerra en la que no se utilizan armas convencionales, han empleado otros dispositivos, en su mayoría encubiertos, es decir, no muestran el rostro del enemigo. Entre esas armas no convencionales hemos identificado el desabastecimiento programado y selectivo. La responsabilidad de producción y distribución de los bienes que han estado escaseando, entre ellos algunos alimentos, productos de higiene, medicamentos y repuestos, es de grandes dueños de capitales nacionales y transnacionales, que se constituyen como oligopolios y se cartelizan para alterar los mecanismos de distribución de estos productos, generando escasez al no colocar de manera oportuna y suficiente los bienes en los anaqueles.
Pretenden con esto generar un gran malestar social, y sobre todo incidir sobre las preferencias políticas de los venezolanos y socavar el apoyo a la revolución.
Estos mismos monopolios son los que marcan y especulan con los precios utilizando como excusa el supuesto incremento del tipo de cambio ente el bolívar y el dólar en los mercados ilegales.
En resumen, con esa frase el profesor Britto muestra el verdadero rostro del enemigo del pueblo venezolano. No son solo los factores políticos locales de la oposición, ni el Presidente de turno de los EEUU, ambos responden a las instrucciones de los grandes capitales transnacionales, incluidos los financieros. El verdadero enemigo es el Imperialismo, definido como lo hizo Lenin, en su fase superior al capitalismo.
¿En las condiciones de proceso revolucionario enfrentado al imperialismo y en una globalización como la actual, es posible la competencia perfecta en los mercados que defienden los seguidores de Adam Smith?
En lo absoluto. Teóricamente, la competencia perfecta se basa en el supuesto de que deben estar presentes muchos oferentes y muchos demandantes, es decir, que ningún agente debe tener el poder sobre el mercado. En la realidad esto no ocurre, cada vez más, los capitales están concentrados en pocas manos, manos que son visibles, y que se constituyen en grandes monopolios que tienen el poder de decidir qué se produce y distribuye, cuánto y cuándo. Por lo tanto, tienen el poder de fijar precios y cantidades.
Utilizan este poder para maximizar sus beneficios, y en algunos casos, como lo estamos viviendo en Venezuela, constituye un arma de guerra cuando se trata de bienes esenciales, de alto consumo, asociados a la vida, a la cotidianidad y a la salud. Les sirve para tratar de doblegar a un pueblo e incidir sobre las preferencias políticas.
En varios momentos de su libro usted hace analogías con los sucesos que condujeron al derrocamiento del gobierno de Salvador Allende, ¿por qué?
Entre 1970 y 1973 el Presidente de los EEUU, en ese momento Richard Nixon, dio la instrucción de hacer “chillar” la economía chilena, también dijo que quería evitar a toda costa que Allende asumiera y se consolidara en el poder para que no mostrara los logros del modelo socialista. Uno de los mecanismos que emplearon para hacerlo fue la escasez, también inducida y artificial de los bienes esenciales. Al igual que en Venezuela, largas colas se formaban en las puertas de los establecimientos para comprar alimentos, a pesar de que los niveles de producción y de importación de estos bienes nunca disminuyeron, por el contrario, se incrementaron. Los niveles de producción per cápita entre los años 1970 y 1973 fueron los más altos, incluso mayores que los registrados durante la dictadura de Pinochet.
En Chile alteraron, al igual que están haciendo en Venezuela, los mecanismos de distribución. ¿En qué consiste dicho mecanismo? Los grandes monopolios responsables de la producción, importación y distribución de estos bienes esenciales no colocan de manera oportuna y suficiente los productos en los anaqueles, esto genera una escasez, ante cualquier escasez y tal como está escrito en los libros de economía, se generan dos fenómenos, colas y mercados ilegales. Estas empresas desvían los bienes hacia esos mercados ilegales, con sobreprecios. Eso origina mucha molestia en la población. Lo hicieron en Chile, lo están haciendo en Venezuela y también lo hicieron en la URSS a finales de la década de los 80 y en Nicaragua después del 85.
En 1975, comisionaron a un grupo de Senadores estadounidenses para que elaboraran un informe acerca de lo que fue la intervención de la CIA en el derrocamiento de Salvador Allende. En ese informe, suscrito por los propios senadores, titulado “Acción encubierta en Chile”, reconocen y muestran cómo influyeron en la alteración de los mercados, en el financiamiento de los partidos políticos de ultraderecha, en la propaganda a través de los medios de comunicación, en la infiltración de la Fuerza Armada Chilena, en las presiones a los organismos financieros internacionales para bloquear el financiamiento a Chile, incluso en la manipulación del valor de la moneda generando una brecha importante entre los tipos de cambio oficial e ilegal y todas las consecuencias que ello tiene en la economía.
Los documentos que han sido desclasificados también muestran las instrucciones dadas por Nixon a Henry Kissinger para evitar que Allende se consolidara en la Presidencia de Chile. Por cierto, en esos documentos califican estas acciones contra Allende como “guerra económica”.
Se trata de un manual que han aplicado históricamente, con adaptaciones dependiendo del momento, de los países, incluso de las nuevas tecnologías.
A pesar del paralelismo, hay una gran diferencia que hemos observado entre lo ocurrido en Chile y lo que actualmente acontece en Venezuela, y se trata de la lealtad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a su pueblo. A Allende lo traicionó la Fuerza Armada. En el caso venezolano, ésta no solo ha sido leal a los intereses de la Patria y del pueblo, sino que ha actuado en unión cívico militar para la defensa ante estas agresiones económicas.
Usted correlaciona en su obra los procesos electorales con el desabastecimiento de productos de primera necesidad, ¿a qué conclusiones se puede arribar después de esa correlación?
Estas armas no convencionales, nos referimos al desabastecimiento programado y selectivo a través de la alteración de los canales de distribución, la inflación inducida mediante la manipulación y publicación del valor de la moneda en los mercados ilegales y el bloqueo financiero internacional, las han utilizado desde que inició la Revolución Bolivariana en 1999, y las han intensificado desde la desaparición física del Presidente Chávez e inicios del gobierno de Nicolás Maduro en 2013.
Estas prácticas son más intensas en vísperas de procesos electorales o de alta conflictividad política, como por ejemplo, cuando los factores políticos locales que hacen oposición llaman a escenarios violentos en las calles.
Al ser estas prácticas encubiertas, no se reconoce quiénes están detrás, paralelamente utilizan los medios de comunicación para confundir y responsabilizar de tal situación al gobierno bolivariano y sobre todo al modelo socialista y de esa manera incidir sobre las preferencias de los electores. En este sentido, hay que resaltar que la guerra económica ha sido amplificada por los medios de comunicación a través de una campaña mediática. El rol que han jugado los medios ha sido protagónico en esta guerra no convencional.
En las elecciones de diciembre de 2015 cuando se eligieron los diputados a la Asamblea Nacional, intensificaron estas acciones, así como la campaña mediática. De hecho, la campaña de los candidatos de la oposición se centró en decir que acabarían con las colas y el hambre. Esas elecciones las perdió el chavismo.
No obstante, cada vez más el pueblo venezolano ha aumentado su nivel de conciencia y ha estado reconociendo quiénes están detrás de estas acciones, y quiénes desde Venezuela hacen el trabajo y ejecutan las instrucciones de los grandes capitales, y del Departamento de Estado de los EEUU.
Eso explica los resultados de las recientes elecciones celebradas el 30 de julio para elegir a los Constituyentistas de la Asamblea Nacional Constituyente y a los gobernadores de los 24 estados a nivel nacional. A pesar de las agresiones económicas, estas dos últimas elecciones han mostrado un alto nivel de conciencia del pueblo venezolano acerca de lo que realmente ocurre desde el punto de vista económico. Ha habido una alta participación política en los procesos de votación y un triunfo del chavismo al ganar 18 gobernaciones de 23.
¿Qué puede explicar que en Venezuela hayan crecido sustancialmente los fondos en divisas destinados a la importación y producción por el sector privado de bienes de alto consumo popular y estos escaseen?
Es parte de las agresiones económicas contra el pueblo venezolano. Desde que inició la Revolución Bolivariana, el sector privado ha recibido alrededor de 340.000 millones de dólares a tasa preferencial para importar los bienes finales o insumos para la producción.
En Venezuela, el 95% de las divisas son generadas por el Estado mediante la exportación de petróleo, el otro 4% por la exportación de otros minerales de parte del mismo sector público, mientras que el sector privado solo genera el 1% de las divisas que ingresan al país.
Los últimos años, a pesar de que el sector privado ha recibido las divisas, se ha evidenciado un desabastecimiento de algunos productos, lo cual no tiene justificación ni económica ni administrativa.
Para ofrecer un ejemplo, durante el año 2014, cuando ya se presentaba un desabastecimiento de medicamentos, el sector privado contó con 3400 millones de US$ para importar estos bienes. El año 2004, el mismo sector recibió 900 millones de US$, es decir, casi se cuadruplicó la asignación, y sin embargo escasean los medicamentos. Debemos decir que el año 2004 no hubo escasez de medicamentos.
Tanto las empresas de alimentos, de productos de higiene, de medicamentos, de repuestos han estado recibiendo las divisas de parte del Estado para que puedan cubrir sus importaciones. Incluso han recibido proporcionalmente, más de lo que históricamente le fue asignado. Por lo tanto, lo que exponen los medios de comunicación al afirmar que la responsabilidad de la escasez es del Gobierno porque no asigna las divisas, es falso.
En todo caso, y si así fuese, que repetimos no es el caso, la pregunta que nos hacemos es por qué estas grandes empresas transnacionales, no utilizan sus capitales, como hacen en cualquier otro país, para cubrir sus importaciones, especialmente si luego de estar por más de 70 años funcionando en el país tienen una responsabilidad con la población venezolana. Si efectivamente fuese un problema de falta de divisas por parte del Estado, estas empresas pudiesen a través de distintos mecanismos financieros cubrir dichos déficits y cumplir con el pueblo venezolano. Pareciera que no es el interés de estos grandes capitales.
¿Cómo influye en esta situación el tipo de cambio paralelo, que toma como referencia sitios web ubicados en el extranjero y el llamado “riesgo país”?
La manipulación del tipo de cambio paralelo e ilegal es una de las principales armas de guerra que ha utilizado el imperialismo para agredir al pueblo venezolano. Es la más poderosa.
Desde el año 2003 se estableció un control cambiario mediante el cual el Estado asigna al sector privado las divisas que ingresan por concepto de petróleo. Al establecer controles, se espera que siempre surjan mercados ilegales, los cuales son marginales, ya que el 99% de las divisas se transan a través del Estado.
Históricamente en Venezuela, los precios internos de la economía han utilizado como referencia para su marcación, el tipo de cambio. Cuando ha habido control, la referencia ha sido el tipo de cambio ilegal que es el más alto que se observa en esos mercados cambiarios.
Es así como los importadores, en su mayoría también grandes monopolios, al recibir la divisa a tasa preferencial por parte del Estado, adquieren los bienes en los mercados internacionales, los cuales deben colocar en el mercado interno en bolívares. Cuando estos importadores realizan la conversión de por ejemplo, divisas a bolívares, no utilizan el tipo de cambio preferencial al cual las adquirieron, sino el más alto que observan en el mercado, es decir, el ilegal.
Si un repuesto importado cuesta 100 US$, el importador no lo coloca en el mercado nacional a 1000 Bs (el tipo de cambio oficial es 10 Bs/US$). Para realizar la conversión, históricamente se ha guiado por el mercado ilegal.
Es el caso que desde el año 2006 han estado posicionando portales web donde marcan de manera arbitraria, sin ninguna correspondencia económica, valores de la moneda. Estas manipulaciones se han intensificado a partir del año 2013. Actualmente, dicha página marca el tipo de cambio en 52000 BS/US$. El importador de repuestos colocará el bien en el mercado nacional en 5.200.000 Bs. en lugar de 1000 Bs. De esa manera alteran, desde el origen, desde la importación, todas las estructuras de costos e inducen la inflación.
El arma de guerra consiste en manipular el valor de la moneda en dichos portales, aumentando cada vez más la brecha entre el oficial y el ilegal. Lo han hecho de manera arbitraria y desproporcionada, mostrando un patrón de comportamiento que atiende a ciclos políticos y no a la realidad económica.
Es el arma más poderosa de la guerra económica por los efectos que tiene sobre la economía. No solo induce la inflación y con ello genera una pérdida del poder adquisitivo, especialmente de la clase trabajadora, con las consecuencias en los niveles de pobreza de la población, sino que además tiene un efecto de contracción de la economía debido a que disminuye la capacidad de compra, deprime la demanda que a su vez repercute sobre los niveles de producción de algunos sectores haciendo que se contraigan. Esto genera desempleo e inicia un círculo vicioso en la economía.
En cuanto al riesgo país, que es un índice que calculan las calificadoras de riesgo nos ubica como el país más riesgoso financieramente, a pesar de que Venezuela ha pagado puntualmente sus compromisos de deuda, y que es el país con la principal reserva de petróleo del mundo.
Actualmente el riesgo país está por encima de los 3000 puntos, lo que significa que Venezuela debería pagar alrededor del 30% de intereses para acceder a créditos internacionales. El objetivo es hacer más costoso el financiamiento y asfixiar la economía venezolana.
Este bloqueo financiero internacional, al igual que los otros mecanismos de agresión, fue también encubierto hasta el 25 de agosto de este año, cuando Donald Trump firmó la orden ejecutiva haciendo formal dicho bloqueo contra el pueblo venezolano.
¿Qué errores ha cometido el gobierno bolivariano que han facilitado la actuación de los especuladores y cómo se intentan rectificar en la actualidad?
Si bien se han tomado medidas para contrarrestar las agresiones, cuyo objetivo ha sido proteger a la población, por ejemplo la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción que transfiere al pueblo la distribución de algunos bienes esenciales, así como incrementos de salarios para contener la inflación inducida, el mantener los niveles de ejecución de los programas sociales, entre ellos la entrega de vivienda, la cual, a pesar de las agresiones, no se ha paralizado, también han faltado medidas que intervengan directamente sobre las armas de guerra.
En tal sentido, la supervisión más estricta de los grandes monopolios responsables del abastecimiento de estos bienes, el control de la asignación de las divisas que efectivamente se concrete en la importación de los bienes, la supervisión de los canales de distribución son cada vez más requeridos.
En cuanto a los efectos de la inflación, el gobierno ha estado ajustando los salarios para evitar el deterioro del poder adquisitivo, medida muy importante, sin embargo, son necesarias medidas que eviten dicha manipulación del tipo de cambio que a su vez induce la inflación.
En todo caso, es importante reconocer que se trata de armas de guerra muy poderosas, masivas por sus efectos en toda la población, no son improvisadas.
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